Ser asertivo significa confiar en uno mismo,
en nuestras opiniones, nuestros derechos, deseos, relaciones, etc. Es lo que
definimos como la autoafirmación personal: responsabilizarse uno mismo
de sus sentimientos, emociones, pensamientos, opiniones, derechos, y darlos a
conocer a los demás. También significa aceptar que los demás también tienen
exactamente el mismo derecho a autoafirmarse.
La asertividad no es un rasgo de personalidad que unos
tienen y otros no, es un estilo de comportamiento que se manifiesta a través de
la comunicación y que, como tal, puede aprenderse.
Existen diversos tipos o formas de “manifestarse” la
asertividad:
1. La asertividad positiva. Consiste
en expresar de forma clara, abierta y sincera el afecto y los sentimientos
positivos que se sienten o que le hacen sentir otras personas. Es reconocer
todo aquello que le gusta de los demás y ser capaz de expresarlo sin vergüenza
y sin miedo. Ejemplos: “Me gusta mucho
trabajar contigo; me haces las cosas muy fáciles; estoy feliz de haberte
conocido; siento admiración por ti…”.
2. La asertividad negativa. Consiste
en saber decir no o saber negarse cuando no estamos de acuerdo con lo que nos
piden, por ejemplo: “No voy a ir a esa
fiesta; no quiero, no me apetece; no estoy de acuerdo contigo; no, eso no lo
voy a hacer...”.
También consiste en expresar comentarios o sentimientos
negativos cuando la conducta de alguien nos hace sentir mal o nos incomoda, por
ejemplo: “Me molesta que me interrumpas
delante de la gente; me gustaría que me respetaras cuando hablo con alguien; no
me parece bien lo me que has hecho; estoy molesto contigo…”. Esta
afirmación negativa, que consiste en expresar lo que nos hace sentir mal y
aclararlo para que no vuelva a suceder, ayuda a sentirnos mejor al expresar lo
que sentimos y nos ayuda a mejorar las relaciones.
3. La asertividad empática. Consiste
en expresar nuestros deseos y sentimientos pero después de haber reconocido la
situación y los sentimientos del otro: “sé
que estás cansado y ya no aguantas más pero yo necesito que ahora me ayudes; sé
que puede que no te guste pero quiero decirte algo...”.
4. La asertividad progresiva. Comienza
cuando, a pesar de los esfuerzos por ser asertivos y empáticos, la otra persona
no responde positivamente. Entonces debemos aumentar la firmeza y repetir
nuestra postura pero sin ponernos agresivos, por ejemplo: “por favor, te estoy pidiendo que dejes de interrumpirme, cállate ya…”.
Para cultivar una óptima valiosa y práctica asertividad
tenemos que poner en funcionamiento las siguientes habilidades:
- Hacer
y recibir cumplidos:
Mediante
los cumplidos se destacan las características positivas de una persona o de la
tarea que está realizando. Los cumplidos actúan como refuerzo positivo
(recompensa) y hacen las relaciones más agradables, hacen ver que no nos
olvidamos de las personas y que se las valora.
La forma de hacer un cumplido es referirse a alguna
conducta, la apariencia o las características de su hijo. Hay que ser
específico, diga exactamente lo que le gusta y diga el nombre de la persona a
quien se lo dirige. No escatime cumplidos a sus familiares y en especial a su
pareja e hijos. Ejemplo: “María, me ha
gustado mucho que juegues sin pelearte con tu hermano pequeño, estoy
orgullosa/o de como te has portado esta tarde”.
- Hacer peticiones:
Con hacer peticiones nos referimos a pedir favores, reclamar
ayuda, solicitar a otra persona que cambie de conducta, en definitiva,
reivindicar lo que se quiere, siempre que no atropellemos los derechos de los
demás.
Como padre o madre, debemos aprender la habilidad de
realizar peticiones de manera que no moleste a quien se le pida y que acceda a
su petición la mayoría de las veces, aunque, ha de tener presente que la otra
persona tiene derecho a decir no.
- Rechazar
demandas: decir no
Cuando
se nos hace demandas que consideramos no son adecuadas o no queremos
atenderlas, tenemos que ser capaces de rechazarlas o a decir
- Mantenernos
firmes en la negativa
Se trata de defender nuestro punto de vista, nuestra negativa,
nuestra postura con tranquilidad, sin dejarse manipular por aspectos
irrelevantes, excusas triviales o la agresividad del interlocutor. Debemos
hacer caso omiso a los intentos de manipulación por parte del interlocutor,
este puede recurrir al recurso de la buena relación, a hacernos responsable de
la situación, a amenazas de posibles consecuencias negativas. Debemos no
dejarnos influir por todas estas argucias. Repetir, con firmeza, hasta que el
interlocutor se convenza de su postura o nos ofrezca una alternativa viable.
- Hacer
frente a las críticas
La mejor manera de reaccionar ante una crítica consiste en
analizar serenamente cuál es el tipo de crítica que le están haciendo, aceptar
las que son justas y defenderse con buenos modales de las injustas.
No ponerse nervioso, ni contraatacar con críticas a la otra
persona. Reflexionar con claridad para detectar si son adecuadas o no. No
sentirse humillado, no deshacerse en justificaciones o excusas, aceptar
serenamente el punto de vista de la otra persona sin creer que éste nos define
como personas.
- Expresar
molestia, desagrado o desacuerdo
Consiste en expresar firme y serenamente los sentimientos o
reacciones que nos produce una determinada conducta de la otra persona y
sugerirle abiertamente que lo reconsidere o cambie.
La
comprensión, el desarrollo y la puesta en práctica de los conceptos que hemos
visto tienen unos beneficios importantes en la relación entre padres e hijos.
La asertividad nos ayuda a prevenir multitud de confusiones
y conflictos en la convivencia diaria ya que potencia la autoestima, la
seguridad y confianza en nosotros mismos, procurándonos un buen funcionamiento
en la relación con los demás, y también con vuestros hijos.
Previene la agresividad y el autoritarismo como único modo
de resolución de los conflictos, desarrolla el respeto y la capacidad personal
para enfrentarse a los momentos difíciles con las personas.
El comportamiento asertivo ayuda a mejorar las relaciones
familiares, incluso en las situaciones de enfrentamiento de posturas entre
padres e hijos, gracias a que estimula un comportamiento controlado y eficaz
ante los ataques personales percibidos, evitando las reacciones impulsivas e
irracionales.
Ayuda a mantener el control y la autoestima, facilitando la
consecución de nuestros objetivos en la relación (que nos obedezcan, que nos
hagan caso) sin perder el afecto de los demás o el respeto por nosotros mismos
(perder el control y sentirnos culpables).
La asertividad no solo es importante para nuestro bienestar
o buen hacer como padres además es una habilidad de protección para nuestros
hijos. Debemos enseñarles a ser ellos mismos, a no dejarse manejar por los
demás, a proteger su autoestima de las críticas y a saber escucharles y
reaccionar a ellas, a no utilizar la violencia para conseguir las cosas, a
tener en cuenta y respetar al otro, a ser responsables de sus actos, etc.
Los aspectos más importantes de la asertividad son el
derecho, la capacidad y la habilidad de decir no a los demás, de negarnos a sus
deseos cuando entran en conflicto con los nuestros o simplemente consideramos
que nos pueden perjudicar.
Si nuestro hijo/a sabe que en
ocasiones hay que decir no y aprende a decirlo, entones estará mejor
preparado/a para DECIR NO:
• A LAS DROGAS
• A conducir si se bebe.
• A todo aquello que, como madre-padre, nos preocupa y que
nos gustaría que nuestro hijo/a fuera CAPAZ DE DECIR NO.

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